jueves, 18 de febrero de 2010

Jornada de vacunación contra la estupidez




De las siete definiciones de la palabra inteligencia que trae el diccionario de la Real Academia Española, mi favorita es: Capacidad de resolver problemas. Porque más que entender o comprender, tener habilidad o destreza, si se tiene la capacidad para resolver problemas entonces se tiene todo.

Pienso en esto a raíz del lamentable accidente ocurrido la semana pasada en el kilómetro 11 de la autopista Las Américas, en donde murieron doce personas, un bebé sin nacer incluido. Inmediatamente este hecho sucedió saltó a la luz pública la necesidad de construir un muro en el tramo en dónde este desafortunado evento ocurrió, para evitar que los autos caigan al mar.

Un muro.

Ok.

Hagamos un muro. La comunidad de El Valiente exige un Muro, la Autoridad Metropolitana de Transporte exige un muro, la Iglesia exige un muro, los sobrevivientes exigen un muro. Los políticos demandan un muro. Todos exigen el muro, así que "let's do it".

Pero, ¡aguarden!
Me pregunto yo (que jodo de vicio según un par de amigos) ¿es esa la solución inteligente o la más fácil para resolver un problema tan complejo como es el de los accidentes de tránsito provocados por el transporte público?

Bueno yo creo que esa es la solución más fácil. Como siempre somos muy prestos y rápidos para buscar salidas momentáneas y fáciles, de corto plazo y de eficiencia mediática. Es entonces, cuando nuestra capacidad para resolver problemas (inteligencia) queda muy mal parada.

Atención: yo también creo que hay que levantar el muro, eso si la Secretaría de Estado de Obras Públicas y Comunicaciones termina su litigio con la Concesionaria Dominicana de Autopistas y Carreteras, S.A., porque mientras no haya una salida judicial en "Las Américas" no se puede poner ni un centímetro de asfalto, según el ministro de la SEOPC. Pero eso es otra historia.

En fin, creo que más que un muro en la autopista habría que construir un muro para los choferes públicos que hacen carreras de minibuses en las calles matando cada año a muchísima gente, un muro a los que aceleran cuando la luz del semáforo se pone amarilla y se van con la luz roja, provocando cientos de heridos; otro muro para los que se paran en medio de la vía a tomar pasajeros y obstaculizan el tránsito, uno bien grande a los que improvisan paradas en espacios públicos y privados; más que un muro, una fortaleza para la Amet, la Opret, la Cart, la O.T.T.T. y la D.G.T.T. ya que todas regulan el tránsito y, al mismo tiempo, ninguna lo hace.

Y por último un enorme muro para contener la estupidez generalizada que no nos permite ver más allá de nuestras propias narices.

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