lunes, 6 de septiembre de 2010

Mensaje de voz

Al levantar el teléfono y recoger los mensajes de voz, jamás imaginé que esa vocecita aparecería. Me hizo trasladarme a otros tiempos, viajar a otras vidas. Me hizo recordar cosas del pasado que ya no sé si las viví, las soñé o las inventé.

El escalofrío que recorría mi cuerpo no era de miedo, sino de angustia, porque el terror de esa diminuta voz ya no me asustaba de tanto oirla, solo me inquietaba... lo que era peor, porque al miedo o huyes de él o le enfrentas, pero a la incertidumbre no se le vence tan fácil. La incertidumbre no te deja mover ni un músculo, ni siquiera el cerebro funciona igual.

"Te lo dije" me repetía una y otra vez, y el mensaje se multiplicaba en mi cabeza haciéndome alucinar con Mark Twain: "en veinte años, estarás más arrepentido de las cosas que dejaste de hacer, que de aquellas que hiciste".

Ya lo sé, ya lo sé le repetía y  cuando sentía desfallecer ante la voz, me llené de fuerzas y despegué el auricular de mi odio y lo lanzé contra una pared, con la fuerza que hace mucho no demostraba tener, haciéndolo mil pedazos.

El ruido de las partecitas cayendo sobre mí, la cama y el piso me hicieron despertar. Si me llamas hoy y no me consigues, deja un mensaje de voz, hasta que compre otro aparato.

1 comentario:

  1. Hay cosas que nos hacen sentir ese escalofrío, una inquietud y no sabemos a ciencia cierta porque, tal vez porque mueven alguna fibra interna, oculta que ni nosotros sabes que existe. Bonito sueño

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