martes, 7 de octubre de 2008

Carta a mi amigo Yoni



…y la comparto con ustedes

Estimado amigo, en tu Blog encontré un excelente artículo titulado: “Una Mirada que nos invita a hacer algo” y trata sobre un tema bastante sensible como lo es la niñez y la pobreza.

Eso me recuerda a Arturo Pérez Reverte cuando se refiere a los niños, al horror y a las guerras en "Territorio Comanche": “En la Guerra, los ojos de un animal herido son idénticos a los de un niño, porque mira a los hombres como el chiquillo mira a los adultos: reprochándoles un dolor que siente y cuya causa no comprende… Todos los ojos de todos los niños de todas las guerras son una recriminación sin palabras al mundo de los adultos…

Pero de tu gran artículo lo que más me llegó fue cuando hiciste la descripción del río y su entorno.

Al leer sobre el río que añoras, ese que era caudaloso y lleno de vida y que ahora discurre tímidamente y yace agonizante como quien ha recibido varios disparos a quemarropa, me inunda una nostalgia inmensa, como me suele pasar cada vez que pienso en el Río. El grandioso río de mi infancia y de gran parte de mi adolescencia: El Isabela.

Ahora suelo obsevarlo desde la distancia y no olvido cómo empezó a morir. Primero fue la Cementera, la que empezó a tragarse sus cristalinas aguas, luego el hacinamiento de miles de casuchas y sus habitantes, que por no tenerle cariño al río, a ese caudal que les daba la vida, lo escupieron de basura y excremento. Yo disfrutaba de mi río muy lejos de donde sucedían estas calamidades. Allá a la altura de Jacagua, entre la Isabela y Arroyo Manzano. Tardó poco tiempo en llegar a la alcadía de Santo Domingo, un síndicio al que cada sábado insultaba en mis pensamientos. Este trasladó a menos de un kilómetro lo que sobraba de una ciudad siempre caótica y sin pudor. Otra vez el río servía de estercolero. Recuerdo al muy sinverguenza edil de entonces decir a bocallena: “El río no sera afectado”. También hubo mataderos y aserraderos. No recuerdo si fue en este orden que sucedió todo, pero sé que el vertedero de Duquesa le dio la estocada final a mi Río, que una vez fue caudaloso y cristalino, límpio, potable, majestuoso.

Cuánto lo hecho de menos, cuánto lo extraño.
Un abrazo amigo.

Poco tiempo después, Yoni Cruz publicó: "Masipedro... ahora solo quedan macos" un retrato extraordinario de sus vivencias en torno al río Masipedro en Bonao y el cual les recomiendo:

http://yonicruz.wordpress.com/2008/07/19/masipredro…-ahora-solo-quedan-macos/

1 comentario:

  1. Cierto. Nosotros tuvimos y ahora no tenemos. Nosotros vimos y
    disfrutamos de ríos maravillosos; y ahora sólo queda la sombra de algo
    que existió y que nos murmura en la memoria, con nostalgia. No sé si
    esto fue suerte, el haber visto y luego perder todo aquello que se
    vio. Lo cierto es que aquellos pequeños que crecen hoy, solo tendrán
    historia y anécdotas de aquellos ríos que solo estarán en nuestra
    memoria. Y es lamentable, porque cada uno de nosotros es responsable
    de lo que queda y de lo que no, porque si bien, no contribuimos,
    permitimos e ignoramos. Y por lo tanto, nosotros, todos, somos
    responsables de destruir esta casa donde habitamos.

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