miércoles, 8 de octubre de 2008

Greta



En esta foto de Matthew Fearn, del 18 de marzo de 2003, Laura Saksena de 16 años procedente de Beckenham, protesta frente al Palacio de Westminster en Londres, mientras en la Cámara de los Comunes se debatía la posibilidad de ir a la guerra contra Irak.













No puedo evitar sentir espasmos musculares al recordar a Greta. Hoy ella se mueve en mis pensamientos, en lo que me resta de memoria y lo hace de manera lenta y tortuosa, como para no dejarme olvidar.

Sus imágenes me llegan de golpe esta noche, entremezclándose con esta falta de sueño irremediable y este exceso de lluvia que agrega a mi lista de pensamientos refugios, hacinamiento y gente mojada de agua y de desesperanza.

Greta era joven, demasiado joven, siempre se preocupaba por los pobres y presumía de irse a otros lugares; Le encantaba tomar anis y soñar despierta… cómo hija de un funcionario del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados disponía de un pasaporte y dólares suficientes para pasearse por Manhattan, París, Mónaco, Milán… pero lo que a ella le llenaba de brillo los grandes ojos color café, era describirme las aventuras que viviría en Nicosia, Aman, Rumania, Managua, Astana, Dodoma… Nombres de lugares que en su mayoría yo no imaginaba que existían. Quería ser voluntaria, trabajar con niños huérfanos y desplazados, disfrutar de los paisajes, conocer culturas…

Recordar a Greta es como recordar un mapa. Los mapas siempre me fascinaron porque en ellos todo es seguro. Podía saber hasta cual lejano punto me llevaría cada línea roja con solo pasar mis dedos sobre ella. Por eso quizás Greta era como un mapa para mí. Porque ella siempre sabía adónde quería ir.

En los primeros meses de 1991 Greta dejó Santo Domingo con destino a Francia. Intercambiamos decenas de cartas en los próximos dos años, en las que siempre me urgía a dejar la isla: “Es necesario, tienes que ver el mundo”, me decía. Después las cartas fueron menguando y llegó un momento en que no volví a saber de ella.

Un día como hoy, hace un año recibí una llamada. Era Olivier, un fotógrafo español loco y trotamundos, compañero de viajes y aventuras de Greta. Se habían conocido en Etiopía mientras ambos trabajaban como voluntarios para el Acnur.

Olivier me contó que Greta había sido tomada como rehén en una emboscada mientras iba en un convoy desde Debre Zeyt a la capital etíope y que había sido herida de gravedad durante el rescate, muriendo al día siguiente en un hospital en Adis Abeba.

Greta llevaba muerta diez meses, cuando supe la noticia…

Un día como hoy, cuando recibí esa llamada sentí aquel vacío inmenso, más grande de lo habitual y una tristeza extraña. En cuanto a este tema no se acumula experiencias. Ya lo dije una vez, he perdido muchos seres queridos, pero siempre es igual. Con cada uno vuelves al principio, como si no te hubiese pasado nunca.

Hoy me doy cuenta que con el paso del tiempo y la llegada de los hijos, uno se hace débil, susceptible, vulnerable.

Con un mapa en una mano y un trago de anís en la otra, esta noche recuerdo a Greta.

7 comentarios:

  1. Wao! qué historia más conmovedora. Greta murió haciendo lo que amaba, coperando, ayudando a otros, es penoso que muriera tan joven.

    Una preguntita, ¿Ya se conocían Olivier y tu?

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  2. Lamento mucho lo de tu amiga.
    Estamos rodeados de héroes, que se van muy temprano.
    Me dio un poco de tristeza; es esa sensación, de que no hacemos nada y
    hay personas arriesgandolo todo, y no quiero decir con esto, que
    necesariamente haya que irse a un país en conflicto, desde aquí se
    pueden hacer tantas cosas, pero no nos comprometemos, más allá de
    decir algo, aquí o allá, seguimos cómodos, despreocupados y en otros
    casos, com el mío con un sentimiento de culpa por no hacer nada. Y así
    seguimos.

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  3. No estoy seguro si la historia es ficción o si Greta realmente existió, de todos modos, la historia, como dice Milonga la he hallado muy conmovedora. Esas personas que se marchan, terminamos recordándolas o dándoles vida a través de esas cosillas que a ellas le gustaban hacer.

    Saludos

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  4. Lo importante es que Greta vivió la vida como ella eligió hacerlo. La verdad es que uno vive aquí en la islita y como que se olvida de las cosas que pasan en el mundo, o peor, las aceptamos como normales y no nos importan porque no nos afectan...

    Ojalá algún día empecemos a pensar diferente...

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  5. Has dicho: "he perdido muchos seres queridos, pero siempre es igual. Con cada uno vuelves al principio, como si no te hubiese pasado nunca".
    Y te recuerdo "nadie es una isla completo en sí mismo(...) la muerte de cualquier hombre me disminuye, porque estoy ligado a la humanidad; y por consiguiente nunca hagas preguntar por quién doblan las campanas; doblan por ti"
    (John Donne, citado en "Por quien doblan las campanas" de E. Hemingway).
    Recuérdala con la alegría de su sonrisa y el amor por sus aventuras.
    Me fascinó cómo me contaste la historia.
    Un abrazo.
    im

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  6. Es un relato muy conmovedor, intenso por todo lo que tiene de triste...
    Como decía Simone de Beauvoir:
    "Las personas felices no tienen historia"...

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  7. Hermano, es muy triste la historia, pero igual muy buena, excelente, diría. Me gusta su narrativa, es esa forma especial de decir las cosas que hacen a uno tomar aviones y viajar, no sólo a tierras lejanas y extrañas, sino tabmién por emociones ajenas, no experimentadas aún por uno mismo. Coyote, sin doblar, siga escribiendo y ayudemos con la transformación de nuestra gente. Mell.

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